Sarcopenia: ¿Qué es y cómo se puede evitar?

La sarcopenia es una enfermedad que está ligada al proceso natural de envejecimiento y se caracteriza por la pérdida gradual de masa muscular. Aunque sus primeras manifestaciones se dan a partir de los 50 años, es un tema al que se debe poner atención desde joven. Sin importar la edad a la que lo hagas, realizar un entrenamiento de fuerza en el gimnasio y seguir una alimentación adecuada, es una de las mejores formas de construir un futuro más saludable y en esta publicación te damos más detalles.

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¿Qué es la sarcopenia?

Sarcopenia es una palabra de origen griego cuyo significado comprende dos conceptos: sarx (carne) y penia (pérdida). Desde 1989, gracias a Irwin H. Rosenberg, se utiliza para definir a una enfermedad progresiva y generalizada del músculo esquelético, cuyos primeros rasgos se muestran con la disminución de la fuerza, seguidos de una afectación a la masa muscular y, finalmente, un bajo rendimiento físico.

Un dato a considerar es que la sarcopenia solo es una de las cuatro causas principales de la pérdida de masa muscular. Las otras son la anorexia, la deshidratación y la caquexia.

¿Cuál es la causa de la sarcopenia?

Si bien se considera una consecuencia directa del envejecimiento normal, existen otros procesos multifactoriales que pueden complicar o acentuar su aparición. Entre ellos se encuentran un estilo de vida sedentario o la inactividad física por convalecencia, una nutrición inadecuada y cambios hormonales. Al igual que patologías endocrinas como la diabetes, procesos inflamatorios u otro tipo de dolencias como el cáncer. La carga genética individual también puede favorecer o no su aparición.

¿Cómo se manifiesta la sarcopenia?

No hay duda de que el músculo es clave para el movimiento del cuerpo, pero con el paso de la edad su composición empieza a tener cambios. De forma general, un paciente de sarcopenia comenzará a presentar dificultades motoras como una lentitud al caminar o realizar movimientos cotidianos como subir escaleras, lo que está directamente relacionado con la independencia funcional de los mayores.

Algunos estudios científicos indican que a partir de los 50 años la masa muscular se pierde entre un 1–2% anualmente, mientras que la disminución de la fuerza muscular es aún mayor, alcanzando un 1,5% entre los 50 y 60 años. Posteriormente, la tasa subirá a 3%. En los hombres el proceso es más progresivo, mientras que las mujeres presentan un brusco descenso coincidiendo con la menopausia.

Otro descubrimiento de los estudios es que un promedio de 5 a 13% de las personas de edad avanzada, de 60 a 70 años, se verá afectada por una pérdida muscular clínicamente significativa. Una vez que se cumplen 80 años, ese porcentaje se eleva a un rango de 11 a 50%.

Riesgos de la sarcopenia 

Debido a la limitación de movimientos, fuerza y equilibrio, el riesgo de caídas y, en consecuencia, de fracturas está estrechamente relacionado con la reducción de la masa muscular. Se habla de un aumento de 2,3 veces en la posibilidad de caídas para pacientes de sarcopenia. Asimismo, otro estudio a gran escala en personas de edad avanzada encontró que, una baja velocidad al caminar, que se deriva de la pérdida de fuerza muscular, es otro factor para sufrir un desplome.

Diagnóstico de la enfermedad

En la actualidad no existe una prueba específica para el diagnóstico de sarcopenia, sino que se realizan test físicos para medir la fuerza muscular y el rendimiento físico, así como pruebas de imagen para intentar cuantificar la masa muscular. Sin embargo, todo se basa en el contexto de cada paciente.

¿Cómo evitar la sarcopenia?

En cuanto al tratamiento y medidas preventivas, el entrenamiento de fuerza es uno de los medios más eficaces, ya que con músculos más fuertes protegiendo a las articulaciones y huesos, los riesgos de lesiones por caídas o malos movimientos se disminuyen.

Los ejercicios de resistencia han demostrado ser una efectiva manera para mejorar la masa muscular, la fuerza y la función física. Se trata de una actividad que produce contracción del músculo esquelético mediante el uso de resistencia externa como pesas, bandas de terapia elástica y el peso corporal en sí. La alimentación, por supuesto, también cumple un papel importante. La dieta debe ser sana y con una adecuada ingesta de nutrientes esenciales, como proteínas, carbohidratos y calorías. 

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