La historia detrás de los suplementos para gym

Por sus grandes beneficios en el desempeño físico y el seguimiento de un estilo de vida saludable, los suplementos para el gym se han convertido en un recurso alimenticio muy popular. Con grandes avances de la ciencia e investigaciones, la evolución de estos productos ha sido considerable, pero detrás de ellos existe una historia que resulta interesante conocer para entender su efectividad.

Si quieres saber un poco más sobre los suplementos para el gym, en esta publicación te contamos algunos datos que te ayudarán descubrir por qué son el mejor complemento a un entrenamiento o cualquier actividad deportiva.

Alimentación, entrenamiento y suplementos para el gym

La alimentación y el entrenamiento son dos factores clave para alcanzar cualquier objetivo fitness. Además de un buen descanso, los músculos requieren de los macronutrientes adecuados (proteínas, carbohidratos, grasas saludables) para crecer, hacerse más fuertes y desempeñar su función de forma correcta. Como una manera práctica de cumplir este consumo, los suplementos para el gym se han convertido en un tercer elemento clave en la búsqueda de la mejor versión del cuerpo.

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La antigua Grecia

La relación entre alimentación y el desarrollo de la fuerza muscular tiene sus orígenes en el pasado, con historias de atletas de la antigua Grecia como la de Milón de Crotona, seis veces campeón de lucha de los juegos olímpicos a finales del siglo AC. Cuenta la leyenda que su entrenamiento, que consistía en cargar un becerro sobre sus hombros por toda una colina, se complementaba con una alimentación especial de 9 kilos de carne, 9 kilos de pan y 8,5 litros de vino diarios. 

Esta dieta hiperproteica (cerca de 56,786 kcal/ día) ponía en evidencia la relación de los macronutrientes con el desarrollo de una mayor fuerza, resistencia y volumen muscular.

La alimentación en el rendimiento deportivo

Ya en tiempos más actuales, podemos citar al corredor Thomas Hicks. Antes de participar en el maratón de los Juegos Olímpicos consumió claras de huevo, un vaso de brandy y una dosis de estricnina, un alcaloide de alta toxicidad que le ayudó a aumentar su rendimiento, pero que también lo llevó a una crisis de salud justo al terminar la prueba. Este evento, que se consideró el primer caso de dopaje en el deporte, también despertó el interés de la comunidad científica por estudiar los efectos de la alimentación en el rendimiento deportivo. 

Las primeras investigaciones se centraron principalmente en el metabolismo de los hidratos de carbono (carbohidratos) y las grasas. Los modelos de estudio eran los corredores de distancia y ciclistas, debido a que estos atletas estaban en riesgo de agotar sus reservas de glucógeno. Además, era fácil simular su actividad en el laboratorio. El análisis de las proteínas quedó un poco rezagado y enfocado de forma principal en los fisiculturistas. Ellos eran los más interesados ​​en saber más acerca de cómo obtener la máxima cantidad de proteína y la mayor tasa de síntesis de proteínas en los músculos esqueléticos.

De forma general, el culturismo se enfrentaba a tiempos difíciles, pues había muchas dudas sobre si en realidad podría considerarse un deporte o un espectáculo secundario en comparación con otras competiciones atléticas. Bajo este panorama, los fisicoculturistas comenzaron a aprender sobre la nutrición a través de la experimentación personal, con prueba y error.

Joe Weider y Bob Huffman

Joe Weider y Bob Huffman son dos personajes clave que no se pueden dejar de mencionar, ya que ambos tuvieron mucho que ver con la aceptación del culturismo como una disciplina deportiva. 

Con métodos y filosofías distintas, Weider y Huffman no sólo trabajaban por el culturismo vendiendo accesorios deportivos (mancuernas, barras, discos) y publicando revistas especializadas. También incursionaron en la industria alimentaria, con suplementos para el gym. Sus productos incluían píldoras de vitaminas, hígado de res desecado, levadura de cerveza y otras sustancias relacionadas con la salud. Pero sin duda, el artículo estrella eran las proteínas en polvo, las cuales tenían como base la soya, pues contenía 90% del nutriente, era fácil de mezclar, no tenía sabor y sobre todo, era barata.

Más tarde aparecieron otros nombres en el negocio. Irwin Johnson fue uno de los más destacados. Este joven nutriólogo y químico llevó un paso más adelante los productos de Weider y Huffman, con la creación de suplementos proteicos a base de suero de leche y huevo. Johnson destacó por ser el primer fabricante de suplementos que entendió la importancia de las hormonas en el desarrollo del tejido muscular, y descubrió que la grasa de la leche podría aumentar la producción hormonal.

Los suplementos para el gym en la actualidad

A partir de la década de 1990, el entrenamiento de fuerza se convirtió en parte esencial de cualquier programa deportivo. Los atletas de todos los ámbitos comenzaron a ser más reflexivos sobre su ingestión de hidratos de carbono y proteína. La nutrición y los suplementos para el gym se convirtieron, a partir de entonces, en un importante apoyo para la preparación y la recuperación.

Hoy en día, la suplementación alimenticia es bastante común. La ciencia ha logrado que una toma (scoop) de proteína otorgue entre 20 y 25 gramos (g) de este nutriente. Lo que equivaldría a consumir 6 claras de huevo, 100 g de pechuga de pollo, 100 g de salmón, o 106 g de atún. De esta forma se confirma que, el uso de los suplementos para el gym, puede ayudar a lograr el consumo suficiente de los nutrientes necesarios para la construcción muscular efectiva de una manera más fácil, sencilla y práctica.

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